Escena I
Sombras, todo oscuro.
Comienza a escucharse el mugir de algunas vacas, pasos y sus campanillas sonar mientras las luces aumentan gradualmente mostrando la llamada granja Matorral. Un grupo de vacas es guiado de un lateral del escenario al otro por un granjero (frente al ganado) y un perro pastor al final. Además de las vacas, hay unas cuantas cabras y animales bovinos también. Una de las cabras se queda a propósito y mira hacia atrás buscando “algo”.
Mamá Cabra: ¡Beeeernard!, ¡Beeeeernard!... ¿Dónde estás?
Se oye una campanita muy juguetona.
Bernard: ¡Aquí estoy mamá! ¡Me he quedado viendo a los pájaros volar!
Dice un pequeño cabrito entrando a escena con una campanilla atada a su collar.
Mamá Cabra: ¡Bernard! ¿Cuántas veces he de decírtelo?, ¡No debes quedarte atrás!, ¡Nos estás buscando un problema!
Bernard (Culpable): Lo sé mamá, perdón, es solo que… cómo me gustaría volar libre como esas aves…
La mamá, lo mira entre extrañada y ofendida.
Mamá Cabra: ¡Sí pero tú no eres un ave!
Bernard (Triste): Lo sé…
La mamá alza la mirada, intentando ver esas aves y buscar una explicación a algo que no entiende.
Mamá Cabra: ¡Además! Quizás pronto las agarren y las pongan en una jaula como a las demás.
Bernard: ¿Tú crees?
Mamá Cabra: ¡Claro Bernard! (Comenta ofendida antes de ponerse a comer pasto, dejando la conversación por finalizada).
Se hace silencio y Bernard sube de nuevo la mirada soñadora hacia esas aves, para luego pensar en voz alta.
Bernard: Quizás… ellas lograron escaparse…
La mamá cabra tose ahogándose con el pasto ante semejante “barbaridad”, dicha por su hijo.
Mamá Cabra: ¡Que cosas dices Bernard! ¡Jamás en toda mi vida he pensando algo como eso! ¡Escaparse es riesgoso y peligroso!
Bernard: ¿Por qué?
Mamá Cabra: ¡Si el amo se entera! ¡Sacaría la rama esa que escupe fuego y…!
Bernard: ¿Cuál rama? ¿La que saca con las demás vacas y cabras viejas?
Mamá traga en seco, asustada.
Mamá Cabra: Ésa… (Asiente)
Bernard se extraña y comienza a pensar.
Bernard: ¿Que no igual la saca con todos los que envejecen?
Mamá Cabra: ¡Bernard!
Bernard: O que no tienen hijos y…
Mamá Cabra: ¡Cállate Bernard!, ¡me pone los nervios de punta cuando hablas así!
Bernard: Lo siento mamá.
Volvieron a callarse otro rato, mientras pastaban, pero Bernard parecía acordarse de algo preocupante y alzó la cabeza.
Bernard: Mamá… ¿tú ya no das leche verdad?
Un silencio escalofriante pero breve fue roto al poco tiempo por el ladrido de un perro.
Amo (En Off): ¡Cabriiita, cabriita! ¡Ven aquí! (Le llama en un cántico casi mimoso)
La Cabra mayor sube la cabeza y baja las orejas, asustada.
Mamá Cabra: Ahí viene, viene por mí…
Bernard: ¡No mamá! ¡Escapémonos! ¡Vámonos muy lejos de aquí! ¡Como las aves! ¡Vayámonos ahora que estamos a tiempo y…!
Mamá Cabra: No Bernard (le contesta ella aparentemente resignada) no me… no me atrevo a salir más allá de este corral, es todo lo que conozco (le admite con pesar y luego intenta sonreír nerviosamente), además, quizás no todo sea tan malo como imaginamos (dijo queriendo créeselo).
El perro volvió a ladrar.
Y el hombre se oía llamarla desde más cerca.
Bernard: ¡No es así mamá! ¡Sabes que no es así y…!
Mamá Cabra: Bernard (Le interrumpe) Solo por cuestión de… no sé, cualquier cosa…
Se le acerca y le dice al rostro.
Mamá Cabra: Lo que siempre me habría gustado, es verte feliz, de cualquier manera.
Le besa la frente.
Amo: ¡Ahhh! ¡Aquí estás! (entrando a escena con su rifle en mano y el perro a su alrededor). Ven, vámonos viejita. (Tomándole del collar).
Bernard intenta acercarse, pero el perro bravo se atraviesa bloqueándole el paso.
Mamá Cabra: Adiós… (Dice ella muy bajito mientras es halada por el amo alejándola).
Bernard se queda inmóvil ante la amenaza del perro, pero luego de que los otros dos han salido de escena, el canino se apresura por alcanzar a su amo, literalmente como un perro faldero.
Bernard se queda en el sitio aterrado, con los ojos muy abiertos, incrédulos de estar viviendo lo que acaba de pasar. Mirando en el horizonte, esperando ver alguien de regreso que sabía que no vería. Con los hombros altos y los oídos sensibles esperando escuchar un sonido fuerte y explosivo…
Con el pensamiento en la imagen de aquel corral que estaba a unos cuantos metros. Donde sabía que estaban los caballos “guardados” como él les solía decir.
Las vacas aburridas, conformistas, deprimidas.
Las gallinas que buscaban aun los huevos que pusieron la noche anterior.
Los terriblemente agudos chillidos que sueltan los cerdos cuando pronostican lo peor.
Bernard: ¡NO!
Se dijo a sí mismo no queriendo ver más hacia allá, volteando la vista hacia el otro lado.
Hacia la reja que marcaba el fin de su libertad en donde ahora que volteaba, notaba cierto movimiento bajo la tierra.
Bernard se alertó. No sabiendo qué podía pasar allí ante ese extraño movimiento de tierra frente a sus ojos, pero permaneciendo en el sitio, mas con intención de enfrentar a lo desconocido que salir huyendo, hasta que finalmente, un de verdad espantoso perro chihuahua apareció de debajo de la tierra.
Chihuahua: ¡Buenas, buenas Hermanito! ¡Uy que cara tan fea tienes jeje! No lo tomes a mal. Disculpa, ¿es éste el apartado del área reservada del bosque de la ciudad?
Bernard: ¿El bos… que qué?
Chihuahua: ¡El área reservada! ¡Zona libre! ¡Donde…! ¡Ay olvídalo, ya sabrías lo que es, creí que quizás esta reja fuese la zona límite pero parece que aún debo buscar más (Comienza a olfatear terminando de salir del hueco, Bernard nota que una de sus orejas y parte de su cuerpo parecen enfermos con sarna, así que no se le acerca demasiado)
Bernard: ¿Y tú quién eres?
Chihuaha (Despreocupado): Mmm… ¿quién era? ¿quien soy?. Antes mi amo me solía llamar Nene Cuchi.
Bernard: ¿Antes? ¿Y después?
Chihuaha: Ladilla Crónica (Dice comenzando a enumerar). O pequeña molestia, pulgoso, o simplemente aléjate de mí, creo es el nombre mas largo.
Bernard (Sorprendido): ¿En tu granja los mismos amos les ponen nombres…?
Chihuaha: ¿Granja? ¡No, no, no amigo! ¡Yo no vengo de una granja! ¡Vengo de una casa bien lujosa, cortés, educada, cálida y amorosa!
Bernard: ¿Y qué haces entonces aquí?
Chihuahua: Me botaron como una perfecta hemorroide. Si… así son las cosas, un día eres tierno y cuchi, el otro día te enfermas quién sabe por qué, comienzas a rascarte y Pufff… ¡para la calle!
Bernard: ¿Te liberaron? (Dice Bernard emocionado)
El chihuahua le mira bastante serio, sin verle la gracia.
Chihuahua: ¿De verdad siempre eres así de inocente o es que las diferencias culturales son tan grandes desde donde vengo?
Bernard: Perdona, perdona, es solo que… no conozco mucho fuera de esta granja.
Chihuahua: Ya veo. E igual no has de saber nada sobre donde se encuentra El Grande ¿verdad?
Bernard: ¿El qué?
Chihuahua: ¡Ay no puede ser…! ven acá, siéntate. (Se aclara la garganta y pone una voz dulce) Había una vez, un montón de animalitos que habían sido botados de sus casas, ¡perros sin colitas!, ¡perros sin orejas!, que fueron abandonados o solo los dejaron en la calle, pasaron hambre, pasaron frío muchas noches, pero el rumor cuenta, de que esos animales, tuvieron la suerte de encontrarse con “El Grande” y desde entonces, han tenido agua y comida, y se han encontrado vivos con dignidad.
Bernard: ¿El Grande…?
Chihuahua: ¡Bah bueno niño! ¡Ya estoy cansado de deletrearte todo! Ya veo que no he llegado todavía a ese sitio, así que por donde me vine me voy, ¡ADIÓS!
Bernard: ¡Espera!
El perro, quien ya había metido la cabeza en el hoyo, vuelve a sacarla y le mira curioso.
Bernard: Llévame contigo…
El perro alza una ceja.
Chihuahua: ¿Tú? ¿Qué no es ésta tu granja? ¿A ti acaso también te echaron del hogar?
Bernard: No (Dijo cabizbajo) pero no he sentido realmente nunca, que éste haya sido mi hogar. Pienso, que debe haber algo más…
El perro tensa la mirada mientras le escucha, como si hiciese un inmenso esfuerzo.
Chihuahua: ¡Ah ya lo veo todo! ¡Un XILÓSOFO!
Bernard: ¿Un qué…?
Chihuahua: ¡Xilósofo niño! ¡El que estudia la vida porque no tiene más nada que hacer! ¡Ese, ese! ¡Tienes mucho que aprendes de la vida!
Bernard: Oh, quizás por eso, soy Xilósofo, jeje.
Chihuahua: ¡Bueno ven! ¡Con tal de que no empieces a cantar como cabrito tonto y comenzar a llamarme Heidi!
Van entrando al hueco por el que el Chihuaha entró a la granja.
Bernard: ¿Quieres que te llame Heidi?
Chihuahua: ¡DEFINITIVAMENTE NO!
Bernard: MMmm… ¿Y que tal Wilolo?
Chihuahua: ¿Por qué Wilolo?
Bernard: Jaja ¿y por qué no? Además tus ojos son algo virolos y…
Chihuahua: ¡WILOLO tampoco será!
Bernard: ¡Anda! ¡Era broma! Que tal, ¡Wiloso por Grandioso!
Siguen escuchando sus voces alejarse mientras se meten en el hoyo en un lateral del escenario, desapareciendo.
Chihuahua: Sigue, sigue te vas acercando…
Bernard: ¡Yoyito por enanito!
Chihuahua: Te volviste a enfriar…
Bernard: Mmm, entonces déjame pensarlo algo más, al menos tendremos todo el viaje para encontrarte un nombre verdad…
Chihuahua: Oh Dios mío, todo un viaje…
Bernard: ¡Síiiiiiiiiii! jaja… ¡será sensacional!
Chihuaha: Sí, seguro (Sarcasmo)
Las voces se van perdiendo y haciendo más bajitas alejándose y alejándose cada vez más. Hasta que todo queda en silencio en aquella granja iluminada y abandonada. Finalmente se escucha un sonido explosivo estridente, y la escena queda en blackout.